domingo, 30 de abril de 2017

1 de mayo... A la calle!

El lema con el que salimos a la calle este 1 de mayo,  No hay excusas, empleo estable, salarios justos, pensiones dignas y más protección social, supone la exigencia de los cuatro puntos esenciales para el movimiento obrero sobre los que se tiene que sostener la tan anunciada recuperación que sigue sin llegar a la clase trabajadora.

Tras una década de recorte de derechos y de limitación de libertades, tras haber asistido al saqueo por parte de buena parte de nuestros gobernantes, que se han dedicado a convertir servicios públicos en negocios privados, hundiendo el país en un lodazal de corrupción y desigualdad, tras el auge de posiciones políticas que han venido a sumar al neoliberalismo el neofascismo en no pocos países (y del que el nuestro tampoco se escapa), es el momento de salir a la ofensiva, no ya a defender lo que tenemos, sino a recuperar lo que nos han robado.

El empleo estable no solo es deseable por facilitar la construcción de proyectos de vida a las personas, sino que también es un elemento esencial para el desarrollo de sociedades más cohesionadas. La elevadísima temporalidad en el empleo que sufre nuestro país, no es fruto de un capricho del azar que convierte en la clase trabajadora en material fungible, de usar y tirar. La temporalidad se sustenta en un modelo productivo degradado, en una legislación extremadamente flexible, en unos mecanismos de control del fraude insuficientes y en una cultura empresarial anclada en el siglo XIX que lo que persigue en el fondo no es más que maximizar el beneficio a través de la sumisión del trabajador o trabajadora.

Los salarios justos permiten, no solo garantizar una determinada calidad de vida a los trabajadores y trabajadoras en activo, sino que también contribuye a reforzar el sistema público de seguridad social y a garantizar la calidad de las futuras pensiones.  La crisis/estafa de la última década ha supuesto una devaluación de  entorno al 20% de los salarios que han pasado a representar menos de la mitad de la tarta del PIB nacional. Sin salarios justos, la clase trabajadora se empobrece y la sociedad se deteriora. En ese camino nos ha metido no solo la crisis, sino la gestión política que de ella se ha hecho y de manera muy clara, la reforma laboral, entre cuyos objetivos primordiales, junto con la debilitación del sindicalismo de clase se encontraba la degradación de la negociación colectiva y por supuesto, la devaluación salarial.

Las pensiones dignas, además de ser de justicia que quien durante toda su vida se ha dedicado a trabajar tiene derecho a disfrutar de una vejez con todas sus necesidades cubiertas y con calidad de vida, también es un mandato constitucional que en el art. 50 las garantiza, así como que sean periódicamente actualizadas.  Pensiones dignas son aquellas que les permiten a las personas mantener el nivel de vida que tenían mientras trabajaban, pensiones que se incrementan si se incrementa el coste de la vida, pensiones que no están al capricho del gobierno de turno. Recordemos aquí que tanto la viabilidad del sistema público de pensiones como la calidad de las pensiones que pueda ofrecer es una cuestión de voluntad política. Llevar como se pretende el debate de la sostenibilidad del sistema a cuestiones estrictamente técnicas supone un engaño a la ciudadanía. La constitución garantiza las pensiones públicas y por tanto, nada impide si el sistema es deficitario, se recurra a los PGE para hacer frente a su pago. El discurso dominante ha centrado todo el debate de pensiones en su insostenibilidad y la necesidad de reducir el gasto (endureciendo requisitos de acceso, retrasando la edad, eliminando la actualización automática vinculada al incremento del coste de la vida, etc) medidas todas ellas que bajo el falso relato de la necesidad de garantizar la sostenibilidad del sistema, lo único que hacen es deteriorar la calidad del mismo y reducir el gasto. La sostenibilidad del sistema bien puede conseguirse sin reducir el gasto y por tanto sin excluir a gente de las prestaciones ni reduciendo las cuantías de las mismas, si se decide actuar sobre los ingresos, con medidas técnicamente posibles como destopar las bases máximas y hacer que quienes más cobran, más coticen, al contrario de lo que ocurre actualmente, lo que dotaría al sistema, no solo de más solvencia, sino también de más equidad.

Y más protección social para dar respuesta a tantas personas, a tantos colectivos, que se encuentran en pleno siglo XXI desamparadas, el Estado social que propugna nuestra Constitución en su artículo 1, no puede dar la espalda a la ciudadanía cuando ésta más lo necesita. No es posible que la mitad de los desempleados de este país no tengan acceso a ningún tipo de prestación, no es de recibo que en la crisis más dura de las últimas décadas, con niveles de paro altísimos, el gobierno decidiese reducir las prestaciones de desempleo, los retrasos en el reconocimiento de algunas prestaciones y un largo etcétera de situaciones no cubiertas, exigen actuaciones decididas. Desde CCOO ya presentamos una ILP exigiendo una renta mínima garantizada que pudiese ayudar a las personas en situación de mayor necesidad, seguramente no es suficiente, pero sí es totalmente necesaria.


El 1 de mayo es importante llenar las calles de reivindicación, no ya para frenar recortes, sino para lanzarse a la ofensiva, a recuperar derechos, para lanzarle un mensaje claro al gobierno actual y a los partidos que por activa o por pasiva lo sostienen, para decirle que no vamos a seguir siendo los paganos de sus prácticas corruptas, de su ambición de poder y de dinero desmesurada, que no nos van a amedrentar con leyes mordaza ni con ninguna otra medida de presión, que estamos cansados de que el futuro se parezca cada vez más al pasado y de que todo eso ya ha llegado a su fin. CCOO salimos a la calle, conscientes de las dificultades pero convencidos, como decía Joan Fuster “que tot està per fer i tot es possible”.


A la calle, por las personas que tienen un trabajo precario y por las que no tienen trabajo, por las que cobran una pensión y por las que cuentan los días para jubilarse, por las que acaban de perder el trabajo y por las que acaban de encontrarlo. A la calle, para recuperar derechos, para conquistar nuevos, para ganar el futuro…

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