jueves, 6 de octubre de 2016

La precariedad laboral no es el camino.

Mañana 7 de octubre tendrá lugar la Jornada Mundial por el Trabajo Decente que desde la Confederación Sindical Internacional (CSI) se impulsó por primera vez el año 2008.

En un mundo globalizado donde la mayor parte de los productos que consumimos están fabricados en diferentes países, con desigual reconocimiento de derechos laborales y sociales; incluso en condiciones que en no pocos casos se pueden definir como de esclavitud, es importante señalar que el crecimiento económico no siempre se traduce en mejora de la calidad de vida de las personas que han contribuido con su trabajo en conseguir ese crecimiento.

Reivindicar  a nivel mundial el Trabajo Decente, implica no solo reivindicar el reconocimiento de derechos básicos en materia laboral y/o social en los países menos desarrollados, sino también la recuperación de los derechos laborales y sociales que se nos han ido arrebatando en nuestro propio país en esta última década.


Las reformas laborales impuestas por el gobierno Zapatero y el de Rajoy que obtuvieron como respuesta la convocatoria de tres huelgas generales, decían pretender una salida a la lamentable situación de nuestro mercado de trabajo, agravada (que no generada), por una crisis financiera y económica que no tenía su origen en la rigidez o el exceso de regulación, como algunos insistían en repetir, sino en un modelo de desarrollo económico asentado sobre el capitalismo de casino y en el caso valenciano, recrudecido por una explosiva combinación de burbuja de la construcción y tramas mafiosas reconvertidas en partidos políticos con amplia presencia en las instituciones.

Que el objetivo de la reforma laboral era devaluar salarios, admite ya poca discusión (incluso Rajoy llegó a verbalizarlo), que el modo en que pretendían conseguirlo pasaba por destrozar la negociación colectiva y debilitar a los sindicatos, también ha quedado claro, pero ¿cabe resignarse y aceptarlo como una maldición divina limitándonos a explicarlo? o por el contrario ¿es más necesario que nunca acumular fuerzas para enfrentarse a esta realidad manifiestamente injusta?

CCOO solo puede optar por la segunda alternativa, en ese sentido venimos planteando acciones concretas que puedan revertir esta situación. Hemos propuesto y acordado en el diálogo social en el PV la inclusión de cláusulas sociales en la contratación pública para garantizar estabilidad y calidad en el empleo que se genera, tanto de manera directa como indirecta, por las administraciones públicas. Impulsamos propuestas con el objetivo de responsabilizar a las empresas usuarias de los incumplimentos de todas las empresas que participen en su cadena de suministros para frenar el efecto que la subcontratación está generando en el conjunto de la economía en cuanto a deterioro de condiciones de trabajo. Exigimos también, para aquellas personas que queriendo trabajar no encuentran un empleo, una prestación de ingresos mínimos para quienes carecen de algún tipo de ingreso y que les permita cubrir las necesidades básicas.

Exigimos que se incremente el SMI hasta los 800 euros de manera inmediata y se garanticen subidas progresivas durante la próxima legislatura hasta alcanzar el 60% del salario medio, para revertir el incremento de los trabajadores pobres.

Son reivindicaciones justas que persiguen, junto con muchas otras, impulsar un cambio en nuestro modelo de relaciones laborales, apostando por la estabilidad y la calidad en el empleo como el único camino real para reducir el drama que supone una sociedad masivamente precarizada y empobrecida, con un futuro hipotecado y donde la brecha social está dejando a demasiada gente en la estacada.


Este viernes 7 de octubre, llamamos a la participación en las movilizaciones convocadas en todo el mundo, para exigir trabajo decente.

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