jueves, 2 de julio de 2015

¿Hay futuro para la I+D+i en el País Valencià?

Hay una frase que hemos escuchado de boca de todos los actores posibles en el ámbito de las relaciones laborales. La han dicho políticos de distinto signo, la han repetido hasta la saciedad empresarios y también sindicalistas. Es necesario un cambio de modelo productivo. Ya esta dicho, una vez más...

En qué debe consistir ese cambio y para qué, creo que es fundamental aclararlo. El cambio debe consistir en una apuesta por la industria de manera clara y expresa. Hay que recordar que en el País Valencià, la destrucción de tejido industrial es previa a la aparición de la última crisis, en momentos de bonanza económica ya se destruía industria y empleo industrial. Las políticas del gobierno estatal, y especialmente el autonómico, incentivando el desplazamiento de las inversiones hacia sectores altamente especulativos como la construcción residencial en nuestro caso, hizo crecer una burbuja que, con su explosión, nos llevo a encabezar todos los ranking de destrucción de empleo y precarización de trabajo y de vida de la población.

El para qué del cambio de modelo productivo, es donde con total seguridad los distintos actores defenderemos objetivos diferentes. Para el movimiento sindical supone una apuesta por un modelo de empleo estable y con derechos. Donde la participación de los trabajadores en la toma de decisiones sea un elemento esencial de la democratización del mundo del trabajo. Alejándonos del modelo que se impulsa desde las últimas reformas laborales. No hay que olvidar que la calidad de vida de la inmensa mayoría de la población está directamente vinculada con sus condiciones laborales, en un primer momento a través de su salario directo, pero también cuando se deja de trabajar, sea por situación de desempleo, incapacidad o jubilación, las prestaciones tienen una vinculación directa con el salario que se venía percibiendo y por tanto dignificar los salarios conduce, entre otras cosas, a la dignificación de las prestaciones sociales.


Durante la crisis, a la destrucción de empleo y de tejido industrial hay que sumar la miopía de nuestros gobernantes, que a la hora de decidir políticamente sobre la asignación de los (ahora sí) escasos recursos existentes, se olvidan de mantener lo que podría suponer la base más sólida para el crecimiento de nuestra economía, apostar por los sectores con más valor añadido. Esto habría exigido reforzar la red de institutos tecnológicos, como el elemento clave para garantizar el impulso de la I+D+i en un territorio como el nuestro, con escasas posibilidades de hacerlo directamente desde las propias empresas dada la dimensión de las mismas, pyme y micro-pyme.

Impulsar pues los Institutos Tecnológicos se convierte en necesidad urgente si se quiere apostar de verdad por un cambio de modelo productivo. El hecho de que estemos por debajo en inversión pública de la media española y que a su vez España esté lejos (también por debajo) de la media europea nos da una dimensión del camino que nos queda por recorrer. Los países más avanzados han apostado durante la crisis por mantener la inversión publica en estas partidas, nosotros, por el contrario, las hemos reducido a la mitad (partiendo de valores ya de por si bajos).

La financiación de la I+D+i, es otro tema que tendremos que abordar, en los últimos años hemos visto como hemos ido pasando de subvenciones que se pagaban con cierta normalidad a los retrasos generalizados en el pago de las mismas que ha hecho a los institutos tecnológicos (al igual que a tantas otras instituciones en el País Valencià) incurrir en gastos financieros inasumibles que les ha lastrado (cuando no hundido) sus posibilidades de ejecución de programas. Posteriormente se ha ido pasando de las subvenciones a los prestamos que suponen una menor implicación desde la administración en el desarrollo de políticas de I+D+i y cerrar la puerta a muchas posibilidades. Todas estas medidas han llevado a importantes reducciones de plantilla y recortes en condiciones de trabajo en la práctica totalidad de los institutos. Establecer un mecanismo de impulso estable y seguro desde el punto de vista económico y jurídico debe ser una prioridad, los vaivenes de los últimos años han tenido un coste desmesurado, tanto en oportunidades desaprovechadas como en perdida de puestos de trabajo. No olvidemos que se trata de personal altamente cualificado, que ha supuesto un esfuerzo económico importante tanto por su formación como por su experiencia y que de este esfuerzo se están beneficiando otras economías por la miopía política del Consell durante los últimos años.

Otro elemento vinculado a este es la necesidad de abordar planificaciones plurianuales. No tiene ningún sentido el esquema de funcionamiento que mantenemos, ya que supone un divorcio absoluto con la realidad de los programas de investigación, desarrollo e innovación que suelen abarcar diferentes años. La flexibilidad en estos temas y la simplificación burocrática son imprescindibles. Actualmente la burocracia que envuelve la concesión de estas ayudas juega un papel de desincentivación a los aspirantes, más que de mecanismo de fiscalización y control del correcto uso de las mismas. No es comprensible que se pierdan recursos y posibilidades por estas rigideces que no suponen una mejor fiscalización (siempre necesaria y exigible) de la utilización de los recursos públicos. Tenemos un sistema que supone que una parte importante de las inversiones que deberían servir para impulsar la I+D+i acaba convirtiéndose en gasto financiero y por tanto subvencionando a la banca en lugar del Instituto Tecnológico para el que se diseñó la ayuda.  

En definitiva, se trata de apostar (de verdad) por un cambio de modelo productivo, que exige como elemento necesario, pero no suficiente, replantearse el papel de los institutos tecnológicos, potenciando su vinculación con las empresas y con las universidades. Hacerlo en un marco de relaciones laborales e institucionales más abierto y participativo que suponga la llegada, con más de cuarenta años de retraso, de la democracia a los centros de trabajo.